CRECÍ CON ROCK ‘N’ ROLL, COMIDAS RÁPIDAS Y
SUBTERRÁNEOS. Jamás visité culturas exóticas ni estudié técnicas tribales. Leo los diarios, voy al cine, me preocupa qué prepararé para la cena y voy a trabajar, como la mayoría de las personas. Sólo que para mí ir a trabajar es como emprender un viaje; un viaje a un plano de conciencia extático.
Es un mapa para el éxtasis en todas sus formas. El éxtasis es mi «vuelo», un estado natural de puro ser. El éxtasis es mi experiencia de Dios. Es un estado de plena vitalidad y unidad de cuerpo, corazón, mente, alma y espíritu. Es lo que necesitamos para sanar nuestro desmembramiento psíquico. No podemos continuar divididos, el cuerpo contra la mente, la mente contra el corazón, o lo que fuere. Conozco el dolor del desmembramiento, de estar escindida de mí y contra mí. El éxtasis ha sido mi curación.
Nací para moverme y para enseñar a otros a moverse. A mover sus cuerpos. Sus corazones. Sus mentes. Sus almas. Su espíritu.
Para salvar la brecha entre sueño y realidad, entre experiencia y potencial.
Mi trabajo es una unión de arte y sanación, que busca catalizar nuestra plenitud por medio de la danza, el canto, la poesía, el ritual y la meditación. A través del sufrimiento y de la experimentación he aprendido a transformar la vida cotidiana en arte sagrado.
Desde pequeña, mis energías fueron las de una sanadora: entraba en trance con facilidad, veía a través de los cuerpos, olía la muerte, sentía el nacimiento, sabía cuando alguien sufría y cómo guiado a través del dolor, me resultaba instintivo convertir el sufrimiento en arte. Arte de supervivencia, lo llamo.
Mi tarea consiste en despertar poder en las personas por medio del proceso creativo. Doy por supuesto que todas las personas son como yo: quieren despertar, liberarse. Liberar el cuerpo para experimentar el poder del ser. Expresar el corazón para experimentar el poder del amor. Vaciar la mente para experimentar el poder del auto-conocimiento. Despertar el alma para experimentar el poder de ver. Encarnar el espíritu para experimentar el poder de sanar.
El movimiento es mi medicina. El ritmo es nuestra lengua madre universal. Es el lenguaje del alma y, sin embargo, porque vivimos en gran medida separados de la fuente de nuestro verdadero poder personal, es un lenguaje olvidado. Vivimos en nuestras cabezas.
Vivimos una idea de lo que somos. Pensamos que sólo somos nuestra personalidad. Pero un cuerpo sin alma no tiene ritmo. Una persona sin movimiento es apenas un bulto ambulante.
En mi opinión, todos somos bailarines. Todos llevamos dentro un chamán a la espera de despertar, listo para danzar sobre el filo de
la realidad.
La curación chamánica es un viaje que requiere hacer a un lado nuestros roles habituales, nuestros guiones convencionales, e improvisar un camino danzante. Este camino nos lleva de la inercia del sonambulismo al éxtasis de vivir el espíritu del aquí y ahora. Demasiado a menudo nuestras vidas se canalizan automáticamente por pautas estrechas, seguras, basadas en rutinas mortales. Algunos queremos escapar de esto, soltamos y despertar a la energía encerrada en nuestro interior. Para lograrlo es preciso vivir en los límites, entre las líneas demarcatorias, en algún lugar entre la materia y el espíritu, lo masculino y lo femenino, la oscuridad y la luz, el guía y el guiado, la quietud y el movimiento. Como equilibristas, nos aventuramos sobre el abismo de lo desconocido. Me gusta estar en el límite y llevar a otros conmigo. Este es mi trabajo; un viaje desde el gueto del ego a las extensiones del yo total, a un plano de conciencia que impregna la vida cotidiana en energía vital.
Ofrezco coreografías para danzar en el límite, no los pasos regimentados de la danza clásica, sino pautas orientadoras para la creatividad expresiva. Es una guía para la auto-exploración, con mapas orientadores para que cada lector trace su itinerario. El objetivo es ponerse en marcha, despertar nuestra dimensión chamánica; desatar cuerpo, corazón, mente, alma y espíritu para descubrir al ser danzante, cantante, poeta, actor y sanador que hay en nosotros. Esto es experiencia extática.
Yo vivo para esta experiencia. He dedicado mi vida a trazar mapas que conduzcan a ella en todos los niveles del ser. Es un Desierto de Plata, un nivel de conciencia iluminador y visionario.